En un pequeño artículo, Donald Norman, el actor del libro "The Design of Everyday Things", habla acerca de que es momento de
reenfocar y pasar de diseñar cosas prácticas (que funcionan bien, se entienden
bien) a productos y servicios que se disfruten, reporten placer y hasta
diversión. Establece que el objetivo del diseño emocional es hacer que las vidas de las
personas sean placenteras.
Los usuarios se sentirán mucho más vinculados a los
productos que son más cercanos a ellos; la verdadera personalización y la
customización marcan una gran diferencia en los productos y servicios. Se tiene
mucho más apego emocional a los productos que se pueden llevar encima todo el
día que a objetos masificados y complejos que descansan encima de la mesa.
Si un producto no tiene éxito o si los factores económicos
son tan desfavorables que una compañía no asume los costo no importan que tan
bueno sea el diseño. Un producto exitoso debe tener un modelo de negocio
exitoso.
Siempre se ha sabido que el diseño puede evocar emociones,
pero nunca antes se había estudiado a fondo la forma en que se produce. La
ingeniería Kansei es una de las escuelas más importantes de los años 70s,
iniciada por MItsuo Nagamachi. Kan significa sensitividad y sei significa
sensibilidad. Esta escuela propone medir
científicamente el grado de kansei que tiene un diseño específico.
Midiendo las diferentes respuestas emocionales respectos a
los objetos se pueden lograr diseños más efectivos.
En conclusión, establece que se puede decir que las cosas atractivas
funcionan mejor.
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